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Paco Erice
Escribe José Sandoval, correligionario de Nebot, en su libro de memorias (Una larga caminata) que "la historia de la lucha de un pueblo por una vida digna se teje con millones de historias personales". La de José Manuel Nebot es, sin duda, una de ellas.
Además de las que atañen a su vida íntima y familiar, Nebot tomó dos decisiones fundamentales en su vida: una en 1942 y otra en 1965. La primera le llevó a elegir profesión, al entrar de chico de los recados en un estudio fotográfico. La segunda, a ingresar en el PCE. Sé que de ninguna de las dos se ha arrepentido.
Nebot ha sido y es, por tanto, fotógrafo y comunista. Pero decir esto, escuetamente, apenas da cuenta de una actividad vital tan variada e intensa como la suya. Ha sido también agitador cultural incesante, activo defensor del medio ambiente como cofundador de ANA (Amigos de la Naturaleza de Asturias), promotor de asociaciones y plataformas vecinales varias y, por supuesto, activista político tenaz en años difíciles, que lo mismo lanzaba octavillas desde su coche en una huelga campesina que visitaba a los presos de Soria o participaba en habituales reuniones clandestinas y, luego, prestaba su estudio y su casa para campañas electorales y alojamiento de los más conspicuos líderes que venían a Asturias, empezando por Dolores Ibárruri. Fue, asimismo, concejal a la fuerza, por pura disciplina, porque como él confiesa, nunca le ha interesado ocupar cargos públicos ni de dirección en el Partido. Y ha sido también no sólo fotógrafo, sino impulsor y dirigente de asociaciones de fotógrafos en Asturias y en España y promotor de asociaciones de autónomos y pequeños empresarios.
Por todo ello, Nebot puede ser calificado de "ciudadano" en el más genuino sentido democrático- republicano: no sólo por reclamar y ejercer derechos individuales sino por concebir la ciudadanía como activa participación en las tareas colectivas.
Las Memorias de Nebot llevan por título "Recuerdos de una vida militante". Se refieren, por tanto, a la vida y a la lucha. Neruda tituló su libro de memorias "Confieso que he vivido", y Marcelino Camacho, "Confieso que he luchado". Pero ya un siglo antes Víctor Hugo subrayó la relación entre una y otra cosa cuando afirmó que "los que viven son los que luchan".
Nebot ha tenido una vida plena porque ha sido un luchador de causas nobles y colectivas. Sintió siempre una pasión política que, en su caso, está muy unida a lo concreto, a la preocupación por las personas individuales. Es también un sempiterno cultivador de la amistad, un hombre de diálogo y de respeto ejercido hacia los demás y exigido para él; todo lo cual no está reñido, ni mucho menos, con ser un hombre de convicciones claras y firmes. Él sigue preocupado por lo que pasa en la calle, en esta época terrible en la que, como decía Albert Camus, a veces parece que, más que intentar rehacer el mundo para mejorarlo, casi tenemos que esforzarnos en evitar que se desmorone. Nebot continúa lo que aún le queda de camino fiel a sus principios y fiel a sí mismo. De todo ello, de un hombre bueno que jamás se arrodilló ni abnegó de sus ideas comunistas, se habla en este libro.
Gijón, J. M. Ceinos
Aunque muchas personas identifiquen a José Manuel Nebot como un acendrado ovetense por los muchos años que lleva residiendo en Oviedo -lo cierto es que nació en la capital asturiana en 1928, pero por circunstancias de la vida-, el fotógrafo quiso dejar claro ayer, durante la presentación en Gijón de su libro de memorias, titulado «Recuerdos de una vida militante: las miradas de José M. Nebot», en el Centro de Cultura Antiguo Instituto, que «llevo Gijón muy adentro y sigo siendo del Sporting».
La emoción le impuso una intervención breve, en la que afirmó que su intención al escribir el libro de sus memorias era que «sea práctico para los más jóvenes» y aprendan que «se puede cambiar el mundo por uno mejor si cada uno de nosotros pone su granito de arena».
Militante comunista desde el año 1965, el libro de las memorias de Nebot lo editó la Fundación Juan Muñiz Zapico, del sindicato Comisiones Obreras. Su presidente, Francisco Prado Alberdi, explicó que es el segundo (el primero es la biografía del también histórico militante comunista Manuel García Valle, «José el Gallegu») de una colección que se basa en las entrevistas recogidas en el Archivo de Fuentes Orales para la Historia Social de Asturias. No obstante, la crisis económica está poniendo en serios aprietos la continuidad de la colección, según reconoció Prado Alberdi.
El libro de las memorias de José Manuel Nebot tiene la intervención destacada del historiador de la Universidad de Oviedo Francisco Erice, quien actuó, como él mismo explicó en el acto de ayer, de «amanuense», ayudando a Nebot «a ordenar sus recuerdos».
Subrayó el historiador que en la vida de Nebot, un hombre a quien definió como «vitalista y entusiasta, con una fuerza que atrae a su alrededor», hay tres episodios fundamentales: el primero cuando, en 1942, entró a trabajar en una sastrería de Gijón y, como no llegaba al escaparate, encontró trabajo en una tienda de fotografía, profesión de la que haría su vida.
El segundo, cuando se afilió al Partido Comunista, en Grado, en 1965, por mediación de dos gijoneses: José Ramón Herrero Merediz y Daniel Palacio. Y el tercero, «al publicar su libro», destacó Erice. Un libro en el que, según el historiador, «Gijón es la única localidad que aparece con sus paisajes urbanos», la ciudad de José Manuel Nebot entre la calle de Langreo y la travesía de la Catalana, en el barrio de La Arena, o el servicio militar, como voluntario para poder comer en casa, en el cuartel del Regimiento «Simancas», en El Coto, con otros cientos de gijoneses voluntarios como él.
Respecto a su afiliación al PCE, Erice opinó que Nebot «no es un militante típico», primando en su personalidad «el sentido republicano de entender la ciudadanía como compromiso con lo colectivo».
Gijón, Ó. C.
'Las miradas de José Manuel Nebot' no solo discurren por su profesión, la de fotógrafo, también por su interés por el movimiento asociativo. Miembro del Partido Comunista, Nebot presentó ayer en el Centro de Cultura Antiguo Instituto sus memorias. Lo hizo en compañía del presidente de la Fundación Juan Muñiz Zapico, Francisco Prado Alberdi, y del profesor de Historia en la Universidad de Oviedo Francisco Erice, quienes destacaron la figura del carismático fotógrafo gijonés. «Destacaría su vitalidad, entusiasmo y fuerza. Atrae a las personas», señaló Erice de un, así lo definió, «comunista que representaba los ideales de forma totalmente diferente».
Sin embargo, fue el propio Nebot quien recibió los aplausos. Es él quien cuenta, en colaboración con Erice, diferentes episodios de su vida. Desde su infancia en Gijón, donde sufrió la guerra, a Grado, además del prestigio cosechado en Oviedo. Profundamente agradecido a todos los que le apoyaron, el fotógrafo tuvo palabras para sus 'rivales': «Siempre respeté a los que piensan diferente». Algo que otros muchos deberían aprender.
Gijón, J. L. Argüelles
El número de junio de 1968 de la revista «Ensidesa», publicación que la extinta siderúrgica estatal repartía entre sus 26.000 trabajadores («productores», según la terminología vertical de entonces), recoge en su portada una foto más bien rara, insólita. Franco, pertrechado tras su uniforme de generalísimo y las gafas oscuras, sonríe abiertamente a cámara, como si algo le hiciera de verdad gracia. Es una imagen notable, pues pocas veces se ha visto tan jovial al hombre de mentalidad castrense que mantuvo con puño de hierro una de las dictaduras más longevas del siglo XX. El autor de esa fotografía es José Manuel Nebot, comunista hiperactivo para los listados de la tan temida Brigada Político-Social, y la historia de esa instantánea con estrambote tiene página en «Recuerdos de una vida militante». El libro, que su protagonista y narrador presenta hoy en el Antiguo Instituto (19.00 horas), está editado por la Fundación Juan Muñiz Zapico, con la colaboración de KRK y el Archivo de Fuentes Orales para la Historia Social de Asturias. Es uno de esos testimonios de primera mano que ayudan a explicar, con pasajes vivísimos, que la lucha por la recuperación de las libertades democráticas fue una ardua y peligrosa construcción cívica que excede los resúmenes rosados de la bendecida Transición.
Nebot, el rojo gijonés que fotografió las bodas, comuniones y bautizos de la burguesía carbayona (entre muchas otras cosas, claro) ha escrito, con el auxilio del historiador Francisco Erice, la narración de un entusiasta inmune a las persecuciones que trabaja, sin acusar nunca la fatiga de los materiales (la misma idea comunista después del estalinismo y de la caída del muro de Berlín, en 1989), en favor de la razón ciudadana. Su vida, así contada, es la de un heredero de la inquietud ilustrada que intuye, más allá de la estación de Finlandia de las explicaciones teleológicas, la necesidad revolucionaria de mejorar lo cercano para no perder de vista el horizonte. Lo dice con claridad el periodista Lorenzo Cordero en el prólogo de esta autobiografía sin ira: «La cualidad más sobresaliente de este veterano e imperturbable militante del Partido Comunista de España (PCE) quizá sea su sorprendente capacidad para generar simpatías a su alrededor». Y más adelante: «Nebot se hizo comunista por una necesidad ética, no por una frivolidad estética».
Esa actitud moral ante la vida y ante la historia de su país es la que ha guiado hasta hoy mismo su lealtad a una visión del mundo y a unas siglas, como relata en su libro. Arranca en el día de su nacimiento, el 23 de noviembre de 1928, en el hospicio de Oviedo, y concluye con una frase que resume bien el itinerario de un personaje que se reclama militante de la «ingenuidad» y del «diálogo»: «Pero al final, terminé por estar metido en todos los follones». Con esas palabras, Nebot quiere decir que ha estado en muchos de los peligrosos enredos que vivió la oposición asturiana al franquismo. Y sin querer ocupar «cargos» en la cúpula dirigente comunista, como él mismo subraya en su texto.
Tengo para mí, si embargo, que si Horacio Fernández Inguanzo, «El Paisano», ha encarnado mejor que nadie el talante del comunismo asturiano, Nebot ha sido sin duda, por su versátil capacidad para las relaciones públicas, algo así como el muy eficaz agente comercial del PCA; el tipo al que uno sigue y con el que se embarca en cualquier empresa, por muy descabellada que pueda parecer, porque se fía de él. Si hasta la mujer del almirante Luis Carrero Blanco, fiel cancerbero de Franco, le encomendó las fotos ovetenses de la boda de su hijo, aunque luego, por lo que explica Nebot, dejara sin pagar el encargo.
Fueron dos gijoneses, el abogado José Ramón Herrero Merediz y el fallecido farmacéutico Daniel Palacio, marido de la ex alcaldesa Paz Fernández Felgueroso, quienes «ficharon» a Nebot, en 1965 y en Grado, para el PCA. Desde que asumió su compromiso militante con este partido, sin el que es inexplicable la larga y heroica resistencia al franquismo, no dejó de arrostrar las consecuencias de una decisión siempre arriesgada: enrolarse en una organización clandestina que era la más perseguida por la Policía política. Hubo quien auguró que, vista su febril actividad, no tardaría en acabar entre rejas. Fue detenido e interrogado por el inevitable Claudio Ramos, azote y pesadilla de los comunistas asturianos, pero sus astucias de clandestino que no lo era tanto (abundaban quienes sabían de su militancia) le libraron de la temporada a la sombra de los muros de la prisión de Carabanchel. Fue mérito suyo, no impericia de sus perseguidores.
Hay un comunismo asturiano a pie de tajo (de la mina al taller) que se conoce mejor por su contribución a episodios tan importantes como las huelgas del 62. Su aureola no ha disminuido. Y hay otro, que surge del mismo partido pero es menos conocido y ha sido contado sin épica, fundamental en la compleja tarea de buscar la complicidad de las clases medias (profesionales, universitarios...) con el antifranquismo. Ahí Nebot, persona que ha sabido llevar bien el traje y la corbata, fue un minucioso organizador de mil y una cosas: padres de alumnos, movimiento vecinal, asociaciones culturales, autónomos, fotógrafos, la Asociación de Amigos de la Naturaleza de Asturias (ANA), la Editorial Amigos de Asturias o, por ir acabando, Tribuna Ciudadana. Y ahí sigue. Él lo explica así: «He sido un hombre muy inquieto y la política, entendida como forma de hacer algo por los demás, ha sido siempre mi pasión».
Un entusiasta apasionado. Es otra definición que perfila bien a Nebot, como comprobará el lector de «Recuerdos de una vida militante». Pero, como precisa Francisco Erice, esa minuciosa coherencia de la pasión ha estado siempre al servicio de las «causas colectivas».
Oviedo, María Lastra
A sus 84 años, José Manuel Nebot acaba de estrenar su biografía 'Recuerdos de una vida militante'. Dice que tiene mala memoria, pero ningún momento importante se escapa dentro de estas páginas. Carácter rebelde y luchador constante, sigue pensando que uno debe siempre «luchar ante lo injusto». Su cámara fotográfica ha reflejado gran cantidad de instantes, de los que él ha formado parte delante o detrás de el flash.
-¿Sigue siendo comunista?
-Sí, por supuesto. Voy a morir con las botas puestas.
-¿Y cómo mira un comunista la respuesta social que se está dando al Gobierno ante su forma de gestionar la crisis?
-Los trabajadores tienen razón, suelen tenerla. Siempre tiene que haber lucha con todo aquello que es injusto, y yo creo que es injusto lo que quieren hacer, lo que están haciendo.
-Comunista y también fundador de la Federación de Autónomos de Asturias. ¿Cómo ve su situación?
-Realmente la cosa pinta mal para ellos, la situación es muy complicada. Cada día la crisis está más presente y el principal problema es que quita siempre a los menos privilegiados.
-Creó también la Asociación de Comercio de Oviedo. ¿Son tiempos difíciles para ellos?
-Por supuesto que sí. La situación es muy preocupante, y los problemas no se solucionan. La intranquilidad va cada vez a más, y crece en todos los sentidos.
-Echando la vista atrás, ¿cómo recuerda su etapa de militante comunista?
-Han pasado muchos años. Yo entré en el Partido Comunista en 1965, y desde entonces hubo momentos críticos, pero importantes. También personas especiales como Horacio Fernández Inguanzo, que fue uno de los hombres mejores que hubo en Asturias. Fui uno de sus grandes amigos, y con el que trabajé siempre muy a gusto.
-¿Qué quedan de todos aquellos años?
-Quedan sobre todo recuerdos de todas aquellas vivencias, de todos aquellos problemas que pasamos en cuanto a la represión del franquismo.
-Habla de la represión... le tocó sufrir varias detenciones.
-Varias, pero lo que más me preocupaba era la inquietud que creaba en la familia. Yo me casé dos veces, y a la última, a Rosa, le dije muy claro lo que realmente pasaba conmigo: que podían detenerme en cualquier momento. Tenía que tomar consciencia de ello y pensar si aceptaba o se negaba a casarme conmigo.
-En esos duros años compartió vivencias con gente como Laso, Gerardo Iglesias o Carrillo.
-Son muchos recuerdos con ellos. En el libro están algunos de ellos, como la foto con Carrillo. Yo viajaba a Madrid y conocía a toda la dirección de partido. Luchábamos juntos.
-Su militancia no le impidió fotografiar a la burguesía ovetense.
-Hubo muchas anécdotas y recuerdo que una vez bajaba a fotografiar una boda y escuché «¡qué pena que sea comunista!». Yo procuré siempre respetar todas las ideas, creo que es algo primordial. Siempre tuve un respeto muy grande por los que no piensan como yo.
-Y a Franco, ¿también lo retrató?
-Sí. Estaba en Ensidesa, los guardias de Franco con metralletas me impedían acercarme a él, no dejaban estar a menos de 500 metros, pero a mí me dio igual. Entonces me cogieron, protesté y el ministro del Aire dijo a Franco que mirase al fotógrafo. Me sonrió, y le retraté: esa sonrisa no era fácil de repetir. Al día siguiente me pidieron los negativos, tardé en entregarlos, y solo lo que me convino.
-Todas estas experiencias las recoge en su biografía, ¿qué podemos encontrar en ella?
-Toda mi historia y la historia de muchos personajes que fueron algo en la vida, que lucharon, y también de otros que no lucharon. Todo es importante.
-¿Luchar merece la pena?
-Mi consejo para los jóvenes es que protesten, que luchen, y que no callen ante la injusticia. Eso debe tenerse siempre en cuenta. Solo así pueden conseguirse resultados.
Faustino F. Álvarez
Se ha editado un libro biográfico de José Manúel Nebot, nacido en Oviedo en 1928, y cuya biografía de profesional de la fotografía, de militante comunista, de activista cultural, de coleccionista de amigos de distinta ideología y de buena persona es la crónica humana de un soñador para un pueblo. Afortunadamente, José Manuel Nebot recibió su homenaje en vida —y en plena forma— lo que contradice aquella resignada sentencia del escritor Alfonso Grosso cuando le concedieron la medalla de oro de su Andalucía natal: ‘oros tenemos, cirios veremos’. A Nebot aún le queda mucha guerra por delante, y la va a dar aunque tenga que reptar por los parapetos o evitar, con serena agilidad, el impacto de la metralla de los que están de vuelta sin haber ido a lugar alguno, especie de zoología social cada día más frecuente en las Asturias y que demuestra el empobrecimiento de los cántaros mentales en los que ni siquiera caben dudas, y mucho menos ilusiones, utopías u otros cachivaches que confortan el ánimo y forjan el humor.
Pese a ser una persona propensa a la discreción y más amiga del camino que de la posada, nunca faltaron en Asturias (también desde instituciones públicas que ahora le rinden mansa o cínica pleitesía) gentes que lo consideraban un diablo con una cámara de fótos para disimular su condición demoníaca, aunque no se atrevían a enfrentarse con él, puestó que estaba respaldado por numerosas personas simpatizantes y también discretas. La táctica de esa gentuza era el ninguneo, el catalogarlo como un extravagante o el calificar sus iniciativas, con una piedad despectiva, señalando que «son chaladuras de Nebot que no van a parte alguna». Pese a ello, fue perseguido con saña y lo hicieron sufrir, pero Nebot siempre tuvo una entereza y una inteligencia a prueba de brigadas político-sociales o de siniestros (a veces pobres hombres que habían sido paridos como delatores) infiltrados en aulas, en tertulias y hasta en sacristías. Algunos de los asistentes a la presentación del libro biográfico, coordinado de forma muy cabal por el profesor Francisco Erice, no son ajenos a los tiempos de los cadeneros neonazis, algo que ahora algunos reconvertidos (¿arrepentidos?) consideran episodios traviesos de juventud pre-democrática... Nebot ya los habría perdonado antes de conocerlos...
Conozco a José Manuel Nebot desde hace más de cuarenta años, estuve muy cerca de él en mis inicios profesionales, y tuve el honor de compartir a su lado y al de otros amigos la creación de la Asociación Asturiana de Amigos de la Naturaleza (ANA), cuyo liderazgo compartía Nebot con el inolvidable Miguel Angel García-Dory, a quien muchos quisimos mucho y seguimos echando de menos tras su temprano e inesperado adiós. Me hizo gracia, años más tarde, la expresión de otro amigo, de Alfonso Ussía, sobre los ecologistas, «verdes por fuera y rojos por dentro», porque el ingenio siempre tiene mérito, compartas o no la ironía. Nebot no es verde por fuera y rojo por dentro, sino que es un arco iris capaz de cobijar a quienes sufren cualquier injusticia o humillación del color que sea, y ese cromatismo de la buena fe y del coraje es el más respetable de todos los efectos de la luz que se refleja sobre la condición humana.
En las más íntimas cercanías de José Manuel Nebot está su familia y, en especial, Rosa, su mujer, que era poco más que adolescente cuando trabajaba en el estudio fotográfico de la calle Milicias Nacionales, y una de sus descendientes, la cantante lírica Ana Nebot, sobre quien, viéndola hace poco en un programa de televisión, entrevistada por Xuan Bello, pensé: «Es una prodigiosa síntesis del pensamiento de sus padres». Otra soñadora, ojalá que para una sociedad mejor que la que el azar le propició a las miradas sorprendidas e incesantes de su padre y de sus compañeros, entre ellos mi fraternal Lorenzo Cordero.
Oviedo, María Lastra
Decía en sus memorias Gabriel García Márquez que «la vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda y cómo la recuerda para contarla». José Manuel Nebot se define a sí mismo como vitalista y con mala memoria. Reconoce que dar forma a su biografía, 'Recuerdos de una vida militante', «no ha sido fácil», pero finalmente ha sido posible. Ayer amigos y representantes políticos de los distintos partidos en el Ayuntamiento le acompañaron en su presentación en la plaza de Trascorrales.
José Manuel Nebot, contó Francisco Erice, autor de la obra, vivió dos momentos imprescindibles: «Uno en 1942 cuando comenzó a fotografiar y otro en 1965 cuando entró en el Partido Comunista Español», pero este «ovetense ilustre», como le define Agustín Iglesias Caunedo, es mucho más. Los que le conocen dicen de él que ha sido un agitador cultural, luchador de causas nobles, un hombre con fuerte pasión por la política, y sobre todo un militante en la ideología, pero también en su vida.
El alcalde aseguró que «los hombres se distinguen por lo que son y no por lo que piensan, aunque lo que piensan dé forma a lo que son». De militancia no compartida con Nebot, defendió que «ser distinto no es causa para no trabajar en la misma dirección». Nebot destacó en su lucha constante «por los demás en busca de la justicia social», uno de los motivos por los que su nombre perpetuará en el callejero de la ciudad, «otra prueba más de respeto». «Él y todos los que compartieron su generación son lo contrario de hacia dónde vamos ahora, pero donde deberíamos volver», añadió.
José Manuel Nebot, contrario en un primer momento a la biografía por considerarlo «egocéntrico y pretencioso», busca con la obra que futuras generaciones sepan que «sí puede cambiarse el mundo si cada uno aporta un granito de arena».
Oviedo, Félix Vallina
A pesar de estar acostumbrado a colocarse detrás del objetivo, José Manuel Nebot se convirtió ayer en el principal protagonista de una instantánea que sirve para demostrar que, en ocasiones, los valores personales pesan más que las ideologías políticas. Responsables de todos los partidos y sindicatos sin excepción, amigos, compañeros de profesión, familiares y representantes de distintos colectivos asturianos abarrotaron ayer las instalaciones de la plaza de Trascorrales para asistir a la presentación de la biografía del histórico fotógrafo comunista -bajo el título «Recuerdos de una vida militante: las miradas de José Manuel Nebot»- un acto de una hora de duración cargado de episodios emotivos y alabanzas a un hombre que ha conseguido ganarse el respeto de todos a pesar de no haber escondido nunca su militancia de izquierdas.
No hubo más que escuchar al alcalde de Oviedo, Agustín Iglesias Caunedo, para comprobarlo: «Cuando miro a Nebot, pienso en lo bien que nos iría a todos recuperar el clima de la transición que él, con otros muchos buenos hombres de muchas ideas distintas, protagonizaron en Asturias y en España. Porque Nebot, como todos los que comparten con él generación y vivencias, aunque sea desde posiciones distintas, son un reclamo viviente de todo lo contrario de hacia donde vamos», señaló el regidor.
El alcalde de Oviedo fue el encargado de abrir el acto y no escatimó en elogios para el fotógrafo comunista. «Estoy seguro de que si hoy Nebot, y cuantos lo acompañaron en esa época vital de nuestra democracia que fue la transición, estuvieran al frente de este barco que es Asturias y es España, nos volverían a dar a todos una lección de sacrificio, de entereza y de inteligencia adaptando su paso al paso que esta región y este país necesitan para salvar su futuro, siendo receptivos a las exigencias de los nuevos tiempos y aceptando muchas renuncias para conseguir un escenario común en el que progresar de nuevo», aseguró Caunedo. Para el primer edil ovetense, Nebot «fue un paisano de los que en Asturias merecen siempre respeto y admiración, anteponiendo la educación, la necesidad de buscar principios de convivencia y encuentro, el aprecio personal y la humanidad, su humanidad en el trato, a cualquier aspecto que pudiera frustrar la necesaria convivencia». Y eso que «es evidente que no comparto militancia política con Nebot y, seguramente, ni con muchos de cuantos están aquí», subrayó el regidor. Agustín Iglesias Caunedo recordó que el Ayuntamiento aprobó recientemente la concesión de una calle para el fotógrafo, una decisión que es «otra prueba de respeto y de cariño hacia él y hacia lo que él ha proyectado haciéndose respetar respetando a los demás; obligando a respetar sus ideas con su respeto a las ideas ajenas».
En el acto también tomó la palabra la directora general de Política Lingüística del Principado, Ana Fueyo, que definió a Nebot como «un observador privilegiado de su tiempo» y destacó la labor social de un hombre que, además de su militancia política, ha sido todo un referente del movimiento social y asociativo en el Principado. No en vano, entre otras muchas cosas, José Manuel Nebot fue fundador de la Asociación Asturiana de Amigos de la Naturaleza (ANA), de la Federación de Fotógrafos Profesionales de España, de la Asociación de Comercio de Oviedo y de la Federación Asturiana de Profesionales y Autónomos de Asturias. «Cuando yo pensaba que sólo era importante la lucha obrera, en una reunión, en el año 1973, escuché a Nebot hablar de una cosa nueva para todos que ahora me doy cuenta que es fundamental: el medio ambiente», aseguró el presidente de la Fundación Juan Muñiz Zapico, Francisco Prado Alberdi, que al igual que el director de relaciones institucionales de Cajastur, Carlos Siñeriz de Paz, también participó en el acto.
Francisco Erice, coordinador del libro que repasa la biografía de José Manuel Nebot, explicó que al protagonista le cuesta hablar de sí mismo «porque siempre ha luchado por causas justas y colectivas». Él fue el último en tomar la palabra antes de que Nebot se subiera al estrado, acompañado de su hija Ana, para dejar una frase para el recuerdo: «Sólo espero que este libro sea práctico para generaciones posteriores, para que se den cuenta de que es posible cambiar el mundo si todos aportamos un granito de arena», sentenció el histórico fotógrafo comunista.
Oviedo, Félix Vallina
«Lo conocí en 1969. Yo estaba perseguido por la Policía y el PCE decidió sacarme de España. Necesitaba un pasaporte falso y él fue quien me hizo la foto», recordaba ayer el secretario general del Partido Comunista de Asturias, Francisco de Asís Fernández, que definió a Nebot como «un hombre bueno y un personaje imprescindible que representa la lucha de muchas décadas llevada a cabo por el PCE». Para Francisco de Asís Fernández, «los jóvenes deberían tomar el relevo fijándose en la trayectoria de personas como él, que son un ejemplo de firmeza en las convicciones».
Otro de los que tuvieron palabras de elogio para José María Nebot fue Roberto Sánchez Ramos, portavoz de Izquierda Unida en el Ayuntamiento de Oviedo, que también tiene un recuerdo de Nebot en forma de instantánea. «A mí me hizo la foto de la primera comunión; o sea, que lo conozco hace mucho tiempo y puedo decir que personas como él son auténticos referentes para las ideologías de izquierdas», señaló «Rivi». El portavoz de la coalición tampoco olvida una anécdota que vivió en persona. «Organizó un coro en Grado, y un día, cuando estaban cantando delante de un montón de gente, falló el sonido y tuvieron que parar. Pues bien, se subió al escenario, cogió el micrófono y puso a parir al marqués de la Vega de Anzo porque no les había dado una subvención que les había prometido. Le echó a él la culpa de lo que había sucedido», recordó entre risas, para resaltar su carácter «social y reivindicativo».
Su hija, la soprano Ana Nebot, estuvo en todo momento junto a su padre. Al final del acto se prestó a glosar su figura desde otro punto de vista. «Tiene muchas más cosas que su vida política. Vivió con simplicidad pero no con austeridad. Pese a pasar tiempo fuera de casa, nunca me faltó la figura del padre».